No, nada llega tarde, porque todas las cosas tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas; sólo que, a diferencia de la espiga y la flor, cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor. No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío saben secretamente que no hay amor tardío. Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta, la toca desde adentro, porque ya estaba abierta. Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde, pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde. Amor, el niño loco de la loca sonrisa, viene con pasos lentos igual que viene a prisa; pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco lanza al azar su flecha, por divertirse un poco. Así ocurre que un niño travieso se divierte, y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte. Y más, cuando la flecha se le encona en la herida, porque lleva el veneno de una ilusión prohibida. Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde Y ni siquiera entonces el amor llega tarde. No, yo no diré nunca qué noche de verano me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano. No diré que esa noche que sólo a ti te digo se me encendió en la sangre lo que soñé contigo. No, no diré esas cosas, y, todavía menos, la delicia culpable de contemplar tus senos. Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada, que era como la llave de una puerta cerrada. Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor, y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.
José Angel Buesa.
¡Háblame! Que tu voz, eco del cielo,sobre la tierra por doquier me siga...con tal de oír tu voz, nada me importaque el desdén en tu labio me maldiga.¡Mírame!... Tus miradas me quemaron,y tengo sed de ese mirar, eterno...por ver tus ojos, que se abrase mi almade esa mirada en el celeste infierno.¡Ámame!... Nada soy... pero tu diestrasobre mi frente pálida un instante,puede hacer del esclavo arrodilladoel hombre rey de corazón gigante.Tú pasas... y la tierra voluptuosase estremece de amor bajo tus huellas,se entibia el aire, se perfuma el pradoy se inclinan a verte las estrellas.Quisiera ser la sombra de la nochepara verte dormir sola y tranquila,y luego ser la aurora... y despertartecon un beso de luz en la pupila.Soy tuyo, me posees... un solo átomono hay en mi ser que para ti no sea:dentro de mi corazón eres latido,y dentro de mi cerebro eres idea.¡Oh! por mirar tu frente pensativay pálido de amores tu semblante;por sentir el aliento de tu bocami labio acariciar un solo instante;por estrechar tus manos virginalessobre mi corazón, yo de rodillas,y devorar con mis tremente besoslágrimas de pasión en tus mejillas;yo te diera... no sé... ¡no tengo nada!...—el poeta es mendigo de la tierra—¡toda la sangre que en mis venas arde!¡todo lo grande que mi mente encierra!Mas no soy para ti... ¡Si entre tus brazosla suerte loca me arrojara un día,al terrible contacto de tus labiostal vez mi corazón... se rompería!Nunca será... para mi negra vidala inmensa dicha del amor no existe...sólo nací para llevar en mi almatodo lo que hay de tempestuoso y triste.Y quisiera morir... ¡pero en tus brazos,con la embriaguez de la pasión más loca,y que mi ardiente vida se apagaraal soplo de los besos de tu boca!
Manuel María Flores.